Poesía religiosa


 

Autor: José Luis Tejada

Editorial: Renacimiento
ISBN: 84-89371-24-5
Depósito legal:  Gr-894/97

Esta antología sigue el orden cronológico de las publicaciones, y termina con el poema inédito "Inquisitoria". A continuación replroducimos algunos de los poemas


Selección de poemas


Como el granizo

¡Esta vez si que estás! Como el granizo 

que, de niño, cogía en mi azotea 

concretísimo, esférico, 

casi ni blanco ya de tanto blanco 

y... ¡qué modo de arder de tanto frío!

¡Esta vez sí que no te irás!

Y se abre al fin mi mano en flor de anhelos 

y ya no estás allí. Como unas lágrimas 

me resbalan la piel tres gotas tuyas 

tibias de mí.

                         Y a mí me queda un frío

-¿Tu presencia? ¿Tu fuga?-

en el cuenco del alma pensativa...

Ahora

Ahora que pesa el corazón cansino, 

mohino de no andar ni amar por nada, 

ahora que la ilusión desalquilada 

reclama huella y sombra de inquilino.

 

Ahora que ayuno de candeal y vino 

y cuelgan las arañas mi posada 

ahora es la hora para tu llegada 

al hostal de mi amor, Huésped divino.

 

Aquí; sí, por aquí, conmigo, amarra 

la mula aquí. Por más que no la tienes...

¡Ay mis ojos descalzos por la aurora!

 

Cierra por dentro y dame de esa jarra 

que hace antigua la sed. ¡Oh Dios que vienes 

ahora que huelga el corazón, ahora!

Oración para antes de la fe

                        " ... porque has sido fuerte 

                        contra Dios."

                        (GÉNESIS) 

                        "Dios ha encerrado a todos 

                        los hombres en la rebeldía…” . (S. PABLO)

 

 

Posible ser de quien no tengo 

más referencia que ignorarte.

Si es que existes, que yo te vea; 

si eres verdad, que yo te aprenda;

si eres amor, que yo te ame.

Si eres agua, que yo te beba; 

si eres pan, que no haya más hambre; 

si vino, ya no más tristeza; 

si amigo, no más soledades.

Si médico, no más enfermo; 

si maestro, ya no más cárceles. 

Si eres paz, ya no más violencia, 

ya no más guerra ni más sangre.

Si realidad, ya no más sueño; 

si sueño, no más realidades. 

Si plenitud, no más vacío. 

Si último fin, que yo te alcance. 

Si fortuna, que no te pierda; 

si candela, que no te apagues.

Si alegría, ya no más pena. 

Si eternidad, ya no más trance. 

Si caridad, no más justicia; 

si justicia, no más maldades.

Pero si nada de eso eres 

más que el nombre de nuestra hambre,

más que el fantasma que hemos hecho 

con nuestras ansias de encontrarte ...

Si el buen Jesús de Galilea 

fue sólo un pobre caminante 

que dijo cuatro cosas bellas 

y murió sin más una tarde ...

Si nunca has sido más que miedo,

maquinación, quimera, fraude, 

hoy te pedimos que al fin seas 

el Dios de todos, porque acabes

con tanta .lágrima sin culpa,

con tanto huérfano sin padre.

Amor es la razón

No hay más razón que amor ni hay más salida

por la tangente: todas interiores.

Dios habló de tinieblas exteriores

y el trueque –yo por ti- mueve la vida.

 

Hay que rasgar la cápsula encogida

que nos define y nos da fin. Mayores

cuanto más damos somos y mejores.

Quien se niega a la entrega se suicida.

 

Estás en los demás aunque no quieras

y los demás en ti y aun Dios con todos

trascendiendo tu nada con su abismo.

 

Cuando te das se funden las fronteras

y recibes muy más de todos modos.

Pues todos son a darte y aun tú mismo.

A veces

Algunas veces nos rozamos 

con el misterio de repente.

Algunas veces vemos claro, 

por un instante solamente, 

para volver, desalumbrados, 

a la penumbra gris de siempre.

Algunas veces una grieta 

brinda sus labios divergentes 

sobre la costra de la tierra 

como en un beso sin repliegues.

Algunas, pocas veces, damos 

contra una estrella con la frente.

Alguna rara vez, las cosas

se abren de pronto, se comprenden 

y nos empinan la esperanza 

siquiera provisionalmente.

No sabemos cómo sabemos 

todo de pronto algunas veces. 

Pero es lo cierto que la esfinge 

un día, incomprensiblemente, 

de ardua leona insoslayable 

se ha convertido en un juguete.

Claro es que no todas las horas 

ni para todos, ciertamente, 

suena la música sagrada 

del carillón alto y celeste. 

Claro que es rara su armonía, 

claro que no todos la entienden 

y que es más ancha la tiniebla 

que este vislumbre intermitente...

Pero, con todo, qué alegría, 

qué plenitud, qué complaciente 

se nos entrega en paz la vida 

abierta en flor de desnudeces 

cuando Dios sopla, dicta, inspira, 

algunas, pocas, raras veces.

De inmortalitate animae mortalium

¡Ah, toro de la muerte, bocinero,

berrendo en sangre, cornilevantado, 

que me miras ligar, quieto y parado, 

mi faena de fe contra tu acero!

 

¡Embiste, pasa, siembra tu agujero 

en el traje carnal de mi costado, 

ahonda, romanea sin cuidado 

que por más que tú matas yo no muero!

 

Con mi capa de sangre te encandilo. 

Tú desgarras mis prendas, hilo a hilo, 

hasta desjarretar toda tu presa

 

que se te va en un quiebro, cielo arriba, 

nunca de tu cornada, siempreviva,

aplaudida de Dios; desnuda, ilesa.

Reloj

Llevo un reloj encima de mi pulso

como si fuera cierto este latido.

No lo miro: lo escucho. He traducido

la letra de su voz:

       Tic, tac, qui-zas, qui-zas...

Cuando se estanque esta corriente mía

Dejarme esta fingida moneda sobre el pecho.

-¡Pasar el Lago Grande, con la brújula,

ya estéril, de mi duda! –

Y que un arcángel blanco me libere 

       de este "qui-zás" del Tiempo 

       con el beso certísimo,

                                                 en mi frente,

                                                                          de Dios ...

Declinación de Dios

Nominativo, Dios. El genitivo 

de Dios: Yo soy de Dios, la cosa es clara.

Dativo, a, para Dios, yo nací para 

Dios y para su gloria escribo y vivo.

 

Que me muevo hacia Dios, acusativo,

si no fuera verdad no lo acusara 

y nadie, al saludarme, pronunciara 

ese “a Dios” que me torna transitivo. 

 

Vocativo, yo llamo a Dios a voces,

con la boca: ¡Oh mi Dios! ¿No me conoces, 

si tengo ya tus casos declinados?

 

Y ablativo, que tanto te hablo y nombro,

cabe, con, por, tras ti, sobre tu hombro,

y aun contra ti, por mor de mis pecados.

Oración por los condenados

En vano. Justamente con el derroche que supone

regar una flor muerta, 

con toda la locura suficiente para acunar a un pájaro podrido, 

con la fiebre capaz de numerar las gotas del mar todo, 

con eso y más lo cierto es que hoy vengo hasta tus lindes, 

Dios que hiciste posible tanta culpa, 

audacísimo Artista que forjaste 

semejantes a ti, tus enemigos. 

Hasta tus bordes, dije, vengo yo a mendigarte un imposible

porque a quién sino a ti puede pedirse tanto.

Y es que no vayas contra tus hechuras, 

que no deshagas con tu dedo izquierdo 

lo que engendraste con el otro y nunca 

hagas trizas de sombra aquel espejo 

que azogaste tú mismo con polvillo de estrellas 

para sentirse aún más infinito.

Porque engendraste para amar. ¿No acierto? 

para mirarte en frutos parenciales, 

para ensanchar tu oído imponente con gritillos minúsculos, ajenos, 

de musarañas no serviles, sino gustosas, libres y entregadas. 

¿He dicho mal, Patrón?

Y pizcaste a la Nada, tan eterna 

casi como tú mismo 

con tu pulgar fatídico, fosforoso y exento 

y con tu índice doblado al rojo blanco, trepidante, 

para que de la cruza de la Nada y tus dedos, 

del beso de esas dos eternidades,

reventáramos ínfimos, pero conscientes y señores,

a la gran playa de existir. ¿Estamos?

Y algunos esgrimimos, esgrimieron, 

porque les fue posible y deseado, 

esa herramienta doble y de diez filos, 

y mientras con los cinco sentidos niños de su cuerpo 

cortaban la manzana de una dicha, 

ay, ocurrió que con los otros cinco, 

ciegos del alma y la ignorancia, 

rasgaban el pellejo de ese lago 

donde te miras y te encuentras todo.

¿Pero qué? Nunca nadie pensó, quiso, 

-¿Lo digo? Sí, lo digo pues lo siento 

y mentiría si callara-. 

Nunca nadie de veras pensó ni quiso hacerte daño, 

ir siquiera en tu contra, 

desbaratar tus filas de armonía.

Nunca nadie, Maestro; yo respondo 

por todos, Tú respondes por todos. El responde 

por El y por nosotros, nunca nadie.

Nadie nunca, ya digo, nunca nadie. 

¿O alguien alguna vez? ¿Sí? ¿Tú lo crees? 

¿Tú lo sabes, amigo? Yo pensaba 

que no merece el hombre tanto cielo 

ni tanto inf... ¿Te lo digo? 

Sí, lo digo, ni tanto, tanto infierno. 

Eso, ni tanto infierno, ya está dicho. 

Tan inmenso rechazo, 

esputo tanto y tan viscoso, 

portazo tan desesperante, 

«no» tan definitivo.

Digo, porque si bien puede ser cierto 

que no supieron o quisieron 

tu bien, igual es cierto y muy más cierto 

que no tu mal quisieron ni sabían. 

¿Cómo iban ellos a saber?

Unos, porque tu hijo aún no hubo hablado; 

otros, porque después de hablar tu hijo 

¿qué podía faltar a sus rescates? 

¿Quién iba a poder más?

Por todas estas cosas y otras más que no pongo 

es por lo que esta noche, en que nadie nos oye ni nos mira,

me he parado a pedirte, no explicaciones, sino sangre, 

pues por lo visto falta sangre, 

hace falta aún más sangre, 

no fue bastante sangre 

la que lloró tu niño sobre todos.

Y por eso yo ahora 

vengo a pedirte parte de la tuya,

sí, de la esencia tuya; 

sólo la gota suficiente 

para que quede bien del todo 

limpia la plana y enmendada, 

todo cabo en sazón. 

Y no por ellos solos te lo pido 

sino también por ti y por mí, ya sabes. 

-Y que conste que no llamo a la Madre-.

Antes por mí que necesito 

seguirte viendo en lo más alto 

puro y sin sombras, Capitán, perfecto, 

inmejorable y si no perdonaras 

podría mejorarte y sublimarte 

un último perdón definitivo.

Y ayudarías a mi fe tan niña, 

tan indecisa y asustada entre 

un corazón de quien el mar es átomo

y una espada de fuego ...

Pero también he dicho y lo mantengo 

que lo pido por ti. Porque me consta 

que hay una nube en tu alegría 

no tan redonda ni perfecta, Padre, 

reconócemelo. (Nadie nos oye.)

No tan redonda porque alguna grieta, 

mínima, pero grieta, 

labra sobre tu piel, MISERICORDIA, 

esa Madre del tiempo y de la lluvia,

tu identidad, amigo, tu sustancia, 

tu manera de ser...

Hambre y sed tengo

Quien se resigne a perecer del todo 

perezca noramala, yo protesto 

si no hay nada mejor detrás de esto. 

Soy algo más que un salpicón de lodo

 

y, pues que soy, seré. No me acomodo 

a jubilarme ni a ceder mi puesto 

de aprendiz de inmortal. Con Dios me acuesto 

y con Dios me he de alzar codo con codo.

 

Deje de ser quien a ello sea conforme;

no haya más vida para quien más vida 

no necesite. Yo sí necesito

 

saciar mi sed desaforada, enorme, 

de eternidad, mi hambre desmedida 

de infinito elevado al infinito.